Una de las razones por las que los divorcios pueden generar consecuencias negativas en los hijos de la pareja que se separa, es la inestabilidad o inseguridad financiera de la familia, luego de la separación.
Una pareja o familia con una estructura de ingresos y gastos, se separa y ambos adultos deben reorganizarse para constituir hogares separados, con nuevas responsabilidades y nuevos gastos. Los padres que antes sumaban sus ingresos, ahora tienen que considerarlos en forma independiente, manteniendo en muchos casos niveles de gasto similares, dado que ahora cada uno debe sustentar su propio hogar por separado.
Si los padres no son capaces de organizarse y reordenarse financieramente, la estabilidad emocional que es otorgada por la seguridad económica decae; y con esto se empiezan a manifestar síntomas de estrés, ansiedad, negatividad, tristeza, descontrol, etc. que son traspasadas a los hijos.
Un divorcio sano, implica finanzas personales y familiares controladas para poder mantener el bienestar de los hijos, y para esto los padres deben darse el tiempo de estudiar y controlar sus ingresos y gastos para organizarse en este nuevo escenario.
Una herramienta práctica y fácil de utilizar para ordenarse financieramente es una planilla de presupuesto, en donde se identifican ingresos, gastos, ahorros y objetivos. Con toda esta información, es posible hacer una planificación que permita cumplir con las obligaciones personales básicas y también con las responsabilidades respecto a los hijos, y con ello generar tranquilidad financiera, que naturalmente será transmitida a los hijos.